Capítulo I
¿HAY
CAMINOS PARA SALIR DE LA
HOMOSEXUALIDAD?
Cómo apoyar a tu hijo cuando te dice que "es homosexual, gay".
HOMOSEXUALIDAD?
Ricardo admitió que
había considerado el suicidarse después de que su último amante le dejó. Se
sentía desesperado y herido. El había iniciado un estilo de vida homosexual
activo hacía tres años, a la edad de 23. Había tenido varias relaciones cortas
y encuentros durante ese tiempo. La última relación con Raimundo parecía muy
prometedora. Raimundo era el “hombre perfecto”. Tenían muchas cosas en común y
realmente parecían quererse el uno al otro. Hubo una emoción inicial y un
“alta” al estar con alguien con el cual se sentía atraído y con quien quería
estar todo el tiempo. Raimundo trataba a Ricardo como si fuese alguien
especial.
Todo iba bien durante
los tres primeros meses. Entonces se comenzaron a manifestar las mismas señales
que Ricardo había visto crecer en otras relaciones; se sentía celoso cada vez
que Raimundo se fijaba en otro chico. El quería la atención exclusiva de
Raimundo, y se irritaba cada vez que él le hacía ver sus debilidades.
Finalmente llegó el día
en que Raimundo dijo que se iría. Se dio una discusión acalorada, y Raimundo
admitió que estaba interesado en otra persona. Cuando finalmente se fue,
Ricardo lloró durante tres noches seguidas. “Me
sentía tan deprimido”, dijo Ricardo, “que
no quería vivir más, y desde ese momento comencé a tomar mucho licor. También a
tener ataques de ansiedad y mi doctor me diagnosticó principios de úlcera”. Ricardo
se emborrachaba en la noche para poder dormir, lo cual le creaba dificultades
para concentrarse en el trabajo. Fue en ese entonces cuando vio un aviso en la
Internet que hablaba de un ministerio donde asistían o donde consultaban
quienes deseaban triunfar sobre la homosexualidad. “Había visto anuncios como ese antes”, dijo Ricardo, “pero siempre los descartaba señalándolos
como fanatismo religioso; o abandonaba el propósito de sanarme y caminar hacia
la plenitud de mi existencia con la cual Dios quiere que viva todo ser humano,
por los comentarios de mis amigos que atravesaban por la misma situación que
yo, o para que no me saliera de su círculo de amigos”. “Había leído tanto
acerca de la homosexualidad que estaba convencido de que era algo imposible de
cambiar. Estaba resignado por haber creído erróneamente que había nacido
homosexual; y lo que es pero, me encontraba en el círculo de los homosexuales
que dicen que así se nace o que Dios nos hizo así; estaba engañado por estos
tabúes de mentira y de perdición; y me autoengañaba tratando de decirme
internamente que debía resignarme, para poder experimentar cierta paz tratando
de aceptarme como gay”. “Hasta pensaba que si hacían leyes para aceptar las
uniones de homosexuales para asemejar un matrimonio normal, es porque debería
ser natural la dolorosa condición de lo que yo sentía y deseaba; no me daba
cuenta que seguramente estos legisladores padecían el mismo mal afectivo y
espiritual por el que yo estaba atravesando; y menos imaginaba que estos
legisladores y políticos que promueven intencionalmente la degradación de los
valores y de la vida humana con todos los ritos oscuros que practican en las
logias masónicas”.
“Anoté el aviso de la Internet y lo guardé en mi billetera,
olvidándome por completo que lo había puesto allí. Continué sintiéndome
miserable y deprimido sin Raimundo. Creo que estaba tan desesperado que una
noche, cuando una amiga me invitó a un acto religioso en una iglesia, fui
únicamente para no estar solo otra vez. La soledad nocturna me estaba
comenzando a asustar, ya que cada vez pensaba más en suicidarme”. “Yo no había
pensado que un hombre sin Dios no puede enfrentar los problemas cotidianos y
superarlos porque contamos con su ayuda; y sin Dios el hombre nada puede hacer
que valga la pena, no había reflexionado en que si Dios me hizo y sabía por lo
que estaba pasando, Él tenía el poder para sanarme y llevarme por caminos de
plenitud, paz y amor verdaderos. Ahora comprendo y lo he probado muchas veces
que con Dios todo se puede; que es un Padre Poderoso y Amoroso que pone en
nuestro camino los medios para sacarnos del mundo de perdición y de mentira”.
Esa fue la noche en que
Ricardo conoció a Jesucristo y a su Madre la Virgen María. “Desesperado había pasado al altar a recibirlo después de acudir a
reconciliarme con Él en el confesionario, pues me recomendaron un sacerdote
comprensivo, lleno de caridad y sabiduría que me animó a seguir luchando y a
acudir por la ayuda y la asistencia necesarias para mi sanación integral. Una
gran sensación de fortaleza y paz vino sobre mí. Sentía como que había sido
abrazado y que era mantenido así, por un Ser Poderoso”.
“Había resurgido la esperanza de poder vivir con plenitud y
bienestar en todos los ámbitos de mi vida, pues mis obsesiones y la compleja
vida de dolor y frustración que vivía como homosexual, vislumbraban un nuevo
panorama lleno de esperanza y de la certeza de que Dios nos ama a todos y quiere
nuestra sanación; y lo mejor, que Él nos la puede dar si ponemos de nuestra
parte”.
“Al siguiente día, saqué el aviso de mi billetera y me puse
en contacto con los asistentes del Ministerio “Arcoíris Magnífico”. Uno de
ellos dialogó conmigo durante más de una hora inicialmente y fue un gran alivio
hablar con él y compartirle mi dolor, era una persona que me escuchaba y a
quien yo le importaba sin siquiera conocerme personalmente. Al término de
nuestra primera charla oramos juntos; y aunque yo no sabía orar ni siquiera en
voz alta, la oración de Orphar me dio una sensación de fortaleza y, por primera
vez, de esperanza”.
Me dio también un pequeño Salmo, que dicho y rezado con fe,
activa el Poder de Dios:
“Encomienda a Yahvé tu camino, y confía en Él; y Él obrará”
(Salmo 37,15)
Ricardo, como muchos
otros lo hacen, había orado pidiendo sanidad instantánea de la homosexualidad
en el pasado, repitiendo de hecho, lo que había leído en la Biblia referente a
Pablo, pero cuyo verdadero sentido muy pocos comprenden. Pero lo más importante
surgió entonces, y es que Ricardo comenzó a entregarle sus luchas al Señor,
confiando en lo que Jesús había dicho a los hombres ciegos:
“¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron:
Sí Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo:
Conforme a vuestra fe, os sea concedido” (Mt.9,28-29)
El Señor guió a
Ricardo, como a muchos otros, a este ministerio de exhomosexuales. Arcoíris
Magnífico es un ministerio de sanación integral, es uno de los numerosos
ministerios que Dios y la Virgen María han inspirado por el que están ayudando
tanto a hombres como a mujeres, solteros y casados que desean ser liberados de
los sentimientos, pensamientos y comportamientos homosexuales.
Arcoíris Magnífico
brinda una asistencia gratuita e integral donde se combinan la educación para
la reorientación de la sexualidad, el apoyo emocional y espiritual y la
consejería.
Ya no tienen que estar
a solas, pues cuentan con apoyo discrecional y cordial, con seguridad y
confidencialidad, conocimiento de estos temas y de motivación; es el espacio
donde puedes compartir tus luchas y donde tienes el apoyo para superarlas y
salir vencedor; ya no tienes que sentir la carga homosexual o del autorechazo y
del dolor, que puede detenerse no solo por un momento, sino definitivamente.
Cuando Ricardo se
encontró cara a cara con Jesucristo, la ruptura inicial de las ataduras del
homosexualismo sucedió. A medida que él sigue acudiendo a la Asistencia, recibe
fortaleza y la sanación del Espíritu Santo; experimenta el amor maternal de la
Virgen María, Madre del Hombre-Dios y el poder sanador de Jesús; y está
experimentando día con día, que sus sentimientos de homosexualidad se van
desvaneciendo progresivamente y que surge en él una nueva identidad,
experimenta el renacer de nuevo, el renacer del espíritu para ser hombres
nuevos.
Tú, como Ricardo, no
des espacio a los pensamientos de suicidio continuando por los senderos
tortuosos y de desencanto de la homosexualidad, sino que debes animarte y
acudir con confianza a la ayuda que Dios pone en tu camino a través de este
Ministerio “Arcoíris Magnífico”, donde encontrarás tu sanación integral y el
despegue a tu vida de plenitud, de amistad y protección de Dios, bajo los
cuidados amorosos de Nuestra Madre la Virgen María, quien ora por ti y te ama de
tal manera que ni siquiera has podido imaginarte. Déjate abrazar por Ellos y tu
vida alcanzará su esplendor.